La Oración a San José es una antigua plegaria que data del año 50 d.C., conocida por su gran eficacia para obtener gracias por intercesión del santo. En ella, el fiel reconoce la poderosa protección de San José ante el trono de Dios y le confía todas sus intenciones. La oración también contempla la tierna imagen de San José sosteniendo al Niño Jesús dormido en sus brazos, pidiendo que interceda por nosotros en la hora de nuestra muerte. San José es invocado como patrono de las almas que parten, confiando en su paternal cuidado tanto en vida como en el momento final.
Oh san José, cuya protección es tan grande, tan fuerte y tan inmediata ante el trono de Dios, a ti confío todas mis intenciones y deseos. Ayúdame, san José, con tu poderosa intercesión, a obtener todas las bendiciones espirituales por intercesión de tu Hijo adoptivo, Jesucristo Nuestro Señor, de modo que, al confiarme, aquí en la tierra, a tu poder celestial, Te tribute mi agradecimiento y homenaje.
Oh san José, yo nunca me canso de contemplarte con Jesús adormecido en tus brazos. No me atrevo a acercarme cuando Él descansa junto a tu corazón. Abrázale en mi nombre, besa por mí su delicado rostro y pídele que me devuelva ese beso cuando yo exhale mi último suspiro. ¡San José, patrono de las almas que parten, ruega por mi! Amén.
Pray The Apostles’ Creed in Spanish. The Apostles’ Creed is ancient prayer contains the core beliefs of our Catholic faith, passed down from the Apostles. Perfect for Spanish speakers or anyone learning to pray in Spanish. Join us as we profess our faith in God the Father, Jesus Christ, the Holy Spirit, and the Catholic Church.
Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del Cielo y de la Tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo, Nuestro Seńor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está a la diestra de Dios Padre; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, en el perdon de los pecados, la resurrección de los muertos y la vida eterna. Amén.
<<El Credo de los Apóstoles>> es una antigua oración que contiene las creencias fundamentales de nuestra fe católica, transmitidas por los apóstoles. Perfecto para hispanohablantes o cualquier persona aprendiendo a rezar en español. Únase a nosotros mientras profesamos nuestra fe en Dios Padre, Jesucristo, el Espíritu Santo y la Iglesia Católica.
Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del Cielo y de la Tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo, Nuestro Seńor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está a la diestra de Dios Padre; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, en el perdon de los pecados, la resurrección de los muertos y la vida eterna. Amén.
El Magnificat es el hermoso cántico de alabanza de la Virgen María que encontramos en el Evangelio de San Lucas. En esta oración, Nuestra Señora proclama la grandeza de Dios y su misericordia hacia los humildes. Es una de las oraciones marianas más importantes de la tradición católica y se reza tradicionalmente durante las Vísperas en la Liturgia de las Horas. Únete a nosotros en esta poderosa oración de gratitud y confianza en Dios.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
La “Novena para Peticiones Imposibles” es una poderosa devoción que se reza durante nueve días consecutivos para presentar ante la Santísima Virgen María aquellas peticiones que parecen imposibles o muy difíciles de lograr. La Madre de Dios, en su infinita misericordia y como intercesora nuestra ante su Hijo Jesús, escucha nuestras súplicas más desesperadas y nos concede las gracias que necesitamos.
Novena para Peticiones Imposibles
Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti clamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
V – Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R – Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Virgen de la Encarnación, mil veces te saludamos, mil veces te alabamos por tu gozo cuando Dios se encarnó en ti. Porque eres Virgen tan poderosa y Madre de Dios, concédenos lo que te pedimos por amor de Dios.
[Exprese su petición.]
[Luego, repita las oraciones anteriores para su segunda petición]
[Luego, repita las oraciones anteriores para su tercera petición]
CONCLUSIÓN:
Acuérdate, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorado tu asistencia y reclamado tu socorro, haya sido desamparado. Animado con esta confianza, a ti acudo, oh Virgen de las vírgenes, Madre mía. A ti vengo, ante ti me presento, pecador y doliente. Oh Madre del Verbo encarnado, no desprecies mis súplicas, sino escúchalas y accédelas benignamente. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar, en el cielo, en la tierra y en todo lugar. Amén.
The Padre Nuestro is the Spanish version of the Our Father, the fundamental prayer that Jesus Christ taught His disciples as recorded in the Gospels of Matthew and Luke. This sacred prayer serves as the foundation of Christian worship and personal devotion, containing seven petitions that encompass our relationship with God, our daily needs, and our spiritual growth.
Padre nuestro, que estás en el cielo Sanctificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Y perdona nuestra ofensas Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes en la tentación. Y líbranos de todo mal. Amén.
“La Coronilla a la Divina Misericordia” es una poderosa oración revelada por Jesús a Santa Faustina Kowalska en 1935. Esta devoción nos invita a contemplar la infinita misericordia de Dios y suplicar perdón por nuestros pecados y los del mundo entero. Al rezarla, ofrecemos al Padre Eterno el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo en expiación por nuestras faltas. Jesús prometió grandes gracias a quienes la recen con fe, especialmente a la hora de la muerte. La Coronilla se reza utilizando un rosario tradicional y se ha convertido en una de las devociones más importantes de la espiritualidad católica contemporánea, recordándonos que la misericordia divina es más grande que cualquier pecado.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración al principio Expiraste, Jesús, pero la fuente de vida brotó para las almas y el mar de misericordia se abrió para el mundo entero. Oh fuente de vida, insondable Misericordia Divina, abarca al mundo entero y derrámate sobre nosotros.
O Sangre Y Agua [3 veces:]
Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús, como una Fuente de Misericordia para nosotros, en Ti confío.
Padre Nuestro Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Salve Maria Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Credo Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, Su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
Primera decena
Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el alma y la divinidad de tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.
[Diez veces:] Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Segunda decena
Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el alma y la divinidad de tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.
[Diez veces:] Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Tercera decena
Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el alma y la divinidad de tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.
[Diez veces:] Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Cuarta decena
Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el alma y la divinidad de tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.
[Diez veces:] Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Quinta decena
Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el alma y la divinidad de tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.
[Diez veces:] Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
La Doxología final (tres veces):
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.
Oración Final
Oh Dios Eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa y aumenta Tu misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentamos, sino que, con gran confianza, nos sometamos a Tu santa voluntad, que es el Amor y la Misericordia Mismos. Amen.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El Camino de la Cruz, también conocido como Vía Crucis, según San Alfonso María de Liguori, es una conmovedora meditación sobre la Pasión de Cristo a través de las catorce estaciones tradicionales. En esta versión, el santo Doctor de la Iglesia nos guía con profundas reflexiones y afectos espirituales, invitándonos a contemplar el amor infinito de Jesús manifestado en su sufrimiento por nuestra salvación.
El Camino de la Cruz
por San Alfonso Maria Ligorio
Oración de Preparación
SEÑOR mío Jesucristo, Vos anduvisteis con tan grande amor este camino para morir por mí, y yo os he ofendido tantas veces apartándome de Vos por el pecado; mas ahora os amo con todo mi corazón, y porque os amo, me arrepiento sinceramente de todas las ofensas que os he hecho. Perdóname, Señor, y permíteme que os acompañe en este viaje. Vais a morir por mi amor, pues yo también quiero vivir y morir por el vuestro, amado Redentor mío. Si, Jesús mío, quiero vivir siempre y morir unido a Vos.
Primera Estación Jesús Sentenciado a Muerte
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo Jesús, después de haber sido azotado y coronado de espinos, fue injustamente sentenciado por Pilato a morir crucificado.
ADORADO Jesús mío: mis pecados fueron más que Pilato, los que te sentenciaron a muerte. Por los méritos de este doloroso paso, te suplico me asistas en el camino que va recorriendo mi alma para la eternidad. Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti; has que te ame siempre y dispon de mí como te agrade. Amén.
Segunda Estación Jesús carga con la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo Jesús, andando este camino con la cruz a cuestas, iba pensando en ti y ofreciendo a su Padre por tu salvación la muerte que iba a padecer.
AMABILÍSIMO Jesús mío: abrazo todas las tribulaciones que me tengas destinadas hasta la muerte, y te ruego, por los méritos de la pena que sufriste llevando tu Cruz, me desfuerza para llevar la mía con perfecta paciencia y resignación.
Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti; has que te ame siempre y dispon de mí como te agrade. Amén.
Tercera Estación Jesús cae la primera vez
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera esta primera caída de Jesús debajo de la Cruz. Su cuerpo estaba despedazado por los azotes; su cabeza coronada de espinas, y había ya derramado mucha sangre, por lo cual estaba tan débil, que apenas podía caminar; llevaba al mismo tiempo aquel enorme peso sobre sus hombros y los soldados le empujaban; de modo que muchas veces desfalleció y cayó en este camino.
AMADO Jesús mío: más que el peso de la Cruz, son mis pecados los que te hacen sufrir tantas penas. Por los méritos de esta primera caída, librame de incurrir en pecado mortal.
Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti; has que te ame siempre y dispon de mí como te agrade. Amén.
Cuarta Estación Jesús encuentra a su afligida madre
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera el encuentro del Hijo con su Madre en este camino. Se miraron mutuamente Jesús y María, y sus miradas fueron otras tantas fl echas que traspasaron sus amantes corazones.
AMANTÍSIMO Jesús mío: por la pena que experimentaste en este encuentro, concededme la gracia de ser verdadero devoto de tu Santísima Madre. Y a Ti, mi afligida Reina, que fuiste abrumada de dolor, Dame con tu intercesión una continua y amorosa memoria de la Pasión de tu Hijo.
Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti; has que te ame siempre y dispon de mí como te agrade. Amén.
Quinta Estación Simón ayuda a Jesús a llevar la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo los judíos, al ver que Jesús iba desfalleciendo cada vez más, temieron que se les muriera en el camino y, como deseaban verlo morir la infame Muerte de la Cruz, obligaron a Simón el Cirineo a que le ayudara a llevar aquel pesado madero.
DULCÍSIMO Jesús mío: no quiero rehusar la Cruz, como lo hizo el Cirineo, antes bien la acepto y la abrazo; acepto en particular la muerte que tengas destinada para mí, con todas las penas que la han de acompañar, la uno a la tuya, y te la ofrezco. Tu has querido morir por mi amor, yo quiero morir por el tuyo y por darte gusto; ayúdame con tu gracia.
Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti; has que te ame siempre y dispon de mí como te agrade. Amén.
Sexta Estación La Verónica limpia el rostro de Jesús
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo la devota Verónica, al ver a Jesús tan fatigado y con el rostro bañado en sudor y sangre, le ofreció un lienzo, y limpiándose con él nuestro Señor, quedó impreso en éste su santa imagen.
AMADO Jesús mío: en otro tiempo tu rostro era hermosísimo; mas en este doloroso viaje, las heridas y la sangre han cambiado en fealdad su hermosura. ¡Oh Señor mío!, también mi alma quedó hermosa ante tus ojos cuando recibí la gracia del bautismo, mas yo la hedes figurado después con mis pecados. Tu solo, ¡oh Redentor mío!, puedes restituirle su belleza: haslo por los méritos de tu Pasión.
Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti; has que te ame siempre y dispon de mí como te agrade. Amén.
Séptima Estación Jesús cae la segunda vez
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera la segunda caída de Jesús debajo de la Cruz. En la cual se le renueva el dolor de las heridas de su cabeza y de todo su cuerpo al a fligido Señor.
OH PACIENTÍSIMO Jesús mio: tu tantas veces me has perdonado, y yo he vuelto a caer y a ofenderte. Ayúdame, por los méritos de esta nueva caída, a perseverar en tu gracia hasta la muerte. Has que en todas las tentaciones que me asaltan, siempre y prontamente me encomiende a Ti.
Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti; has que te ame siempre y dispon de mí como te agrade. Amén.
Octava Estación Las mujeres de Jerusalén lloran por Jesús
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo algunas piadosas mujeres, viendo a Jesús en tan lastimoso estado, que iba derramando sangre por el camino, lloraban de compasión; mas Jesús les dijo: no lloren por mí, sino por ustedes mismas y por sus hijos.
AFLIGIDO Jesús mío: lloro las ofensas que te he hecho, por los castigos que me he merecido, pero mucho más por el disgusto que te he dado a ti, que tan ardientemente me has amado. No es tanto el Infierno, como tu amor, el que me hace llorar mis pecados.
Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti; has que te ame siempre y dispon de mí como te agrade. Amén.
Novena Estación Jesús cae por tercera vez
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera la tercera caída de Jesucristo. Extremada era su debilidad y excesiva la crueldad de los verdugos, que querían hacerle apresurar el paso, cuando apenas le quedaba aliento para moverse.
ATORMENTADO Jesús mío: por los méritos de la debilidad que quisiste padecer en tu camino al Calvario, dame la fortaleza necesaria para vencer los respetos humanos y todos mis desordenados y perversos apetitos, que me han hecho despreciar tu amistad.
Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti; has que te ame siempre y dispon de mí como te agrade. Amén.
Décima Estación Jesús es despojado de sus vestiduras
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo al ser despojado Jesús de sus vestiduras por los verdugos, estando la túnica interior pegada a las carnes desolladas por los azotes, le arrancaran también con ella, la piel de su sagrado cuerpo. Compadece a tu Señor y dile:
INOCENTE Jesús mío: por los méritos del dolor que entonces sufriste, ayúdame a desnudarme de todos los afectos a las cosas terrenas, para, que pueda yo poner todo mi amor en Ti, que tan digno eres de ser amado.
Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti; has que te ame siempre y dispon de mí como te agrade. Amén.
Undécima Estación Jesús es clavado en la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo Jesús, tendido sobre la Cruz, alarga sus pies y manos y ofrece al Eterno Padre el sacrifi cio de su vida por nuestra salvación; le enclavan aquellos bárbaros verdugos y después levantan la Cruz en alto, dejándole morir de dolor, sobre aquel patíbulo infame.
DESPRECIADO Jesús mío: clava mi corazón a tus pies para que quede siempre ahí amándote y no te deje más.
Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti; has que te ame siempre y dispon de mí como te agrade. Amén.
Duodécima Estación Jesús muere en la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo Jesús, después de tres horas de agonía, consumido de dolores y exhausto de fuerzas su cuerpo, inclina la cabeza y expíra en la Cruz.
DIFUNTO Jesús mío: beso enternecido esa Cruz en que por mí has muerto. Yo, por mis pecados, tenía merecida una mala muerte, mas la tuya es mi esperanza. Ea, pues, Señor, por los méritos de tu santísima muerte, concédeme la gracia de morir abrazado a tus pies y consumido por tu amor. En tus manos encomiendo mi alma.
Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti; has que te ame siempre y dispon de mí como te agrade. Amén.
Decimotercera Estación Jesús es bajado de la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo, habiendo expirado ya el Señor, le bajaron de la Cruz dos de sus discípulos, José y Nicodemo, y lo depositaron en los brazos de su afl gida Madre, María, que lo recibió con ternura y lo estrechó contra su pecho traspasado de dolor.
AFLIGIDA Madre mia: por el amor de este Hijo, admíteme como tu siervo y ruega por mí. Y Tu, Redentor mío, ya que has querido morir por mí, recíbeme en el número de los que te aman más profúndamente, pues yo no quiero amar nada que no seas Tu.
Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti; has que te ame siempre y dispon de mí como te agrade. Amén.
Decimocuarta Estación Jesús es colocado en el sepulcro
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo los discípulos llevaron a enterrar o Jesús, acompañando también su Santísima Madre, que lo depositó en el sepulcro con sus propias manos. Después cerraron la puerta del sepulcro y se retiraron.
SEPULTADO Jesús mío: beso esa losa que te encierra. Tu resucitaste después de tres días; por tu resurrección te pido y te suplico me hagas resucitar glorioso en el día del juicio final para estar eternamente contigo en la Gloria, amándote y bendiciéndote.
Te amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido; no permitas que vuelva a separarme de Ti; has que te ame siempre y dispon de mí como te agrade. Amén.
Las Alabanzas Divinas son una hermosa oración de alabanza y reparación en la tradición católica, especialmente recitada después de la Bendición con el Santísimo Sacramento. Esta poderosa letanía honra a Dios, la Santísima Trinidad, la Eucaristía, el Santo Nombre de Jesús, el Inmaculado Corazón de María y a San José. Al recitar estas alabanzas, los fieles ofrecen actos de desagravio por las blasfemias cometidas contra Dios y los santos, uniéndose en veneración colectiva y fortaleciendo su fe a través de la proclamación pública de estas verdades divinas.
Bendito sea Dios. Bendito sea su santo Nombre. Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero. Bendito sea el Nombre de Jesús. Bendito sea su Sacratísimo Corazón. Bendita sea su Preciosísima Sangre. Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito. Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima. Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción. Bendita sea su gloriosa Asunción. Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre. Bendito sea San José, su castísimo esposo. Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
Una Oración para el Año Nuevo 2025 nos invita a reflexionar sobre nuestras esperanzas y peticiones para el año venidero. Siguiendo la tradición católica, elevamos nuestras súplicas a la Santísima Trinidad, pidiendo bendiciones no solo para la Iglesia y sus fieles, sino también para todos aquellos que buscan a Dios, los necesitados, nuestros seres queridos, e incluso aquellos que pueden estar en contra nuestra. Es una oración que abarca tanto las necesidades universales como las personales, recordándonos que todo lo que hacemos debe comenzar y terminar en Dios.
Una Oración para el Año Nuevo (2025)
Santísima y Bendita Trinidad, recibe nuestras humildes peticiones para este nuevo año. Ofrecemos nuestras oraciones por el Papa y por aquellos que pastorean Tu Iglesia.
Derrama Tu gracia sobre todos los fieles.
Ilumina los caminos de aquellos que aún no Te han encontrado.
Toca los corazones de quienes se han alejado, para que puedan encontrar el camino de regreso a Tu amoroso abrazo.
Concede a nuestro mundo prosperidad, y deja que la paz reine entre todos los pueblos. Te pedimos que Tus abundantes bendiciones estén sobre nuestros seres queridos – familia, amigos y compañeros – y sí, incluso sobre aquellos que puedan estar en contra nuestra.
Extiende Tu mano amorosa a aquellos que sufren en la pobreza o enfermedad. Recuerda en Tu misericordia las almas de nuestros difuntos que nos dejaron este año pasado, y sé bondadoso con aquellos que serán llamados ante Tu presencia en el año venidero.
Que Tu divina inspiración guíe el comienzo de todos nuestros esfuerzos en este nuevo año, y que Tu amorosa presencia los sostenga hasta su culminación, para que todo lo que hagamos comience y termine en Ti.